Todo empezó mal, porque a pesar de reservar con tiempo para comer a las 13:30h. al llegar, nos pidieron que esperáramos, ya que los cocineros estaban comiendo.
Pedimos un Txakoli y pasados quince minutos preguntamos si podemos subir al comedor. Al minuto ya subíamos y con todo la sala para nosotros, nos sentamos. EL camarero nos facilita las cartas y olvidándose de nosotros, trascurre el tiempo y comienzan los nervios, por sentirnos como abandonados. Él seguía montando las mesas y nosotros ya teníamos decido que comer y alguna duda que consultar.
Por fin, hacemos nuestro pedido y me decanto por un revuelto de trigueros y gambas, para seguir con un rabo de Buey.
La comida francamente buena, bien servida, cocinada y condimentada. Bien presentada y en su punto. El comedor, coqueto y acogedor da fe que el tipo de público que acude, es pudiente. No solo porque nos disponen de menú del día, sino porque los precios, sin discutir que lo valgan o no, son para pensar dos veces la elección.
El servicio, fue justito y con el tiempo fue mejorando. Despistado al principio y gentil al final.
Experiencias como la de hoy, me reafirman que a los restaurantes no solo se va a comer, sino a estar a gusto y sentirte atendido. En el Víctor Montes, primero estuvimos incómodos y no muy bien atendidos, para según trascurría el tiempo, estar más pendiente de nosotros que de montar el comedor.
Es un buen sitio, y no para todos los bolsillos, ya que la cuenta, sin pedir vino y un solo postre no salió por casi 90€
www.jabiercalle.com
Pedimos un Txakoli y pasados quince minutos preguntamos si podemos subir al comedor. Al minuto ya subíamos y con todo la sala para nosotros, nos sentamos. EL camarero nos facilita las cartas y olvidándose de nosotros, trascurre el tiempo y comienzan los nervios, por sentirnos como abandonados. Él seguía montando las mesas y nosotros ya teníamos decido que comer y alguna duda que consultar.
Por fin, hacemos nuestro pedido y me decanto por un revuelto de trigueros y gambas, para seguir con un rabo de Buey.
La comida francamente buena, bien servida, cocinada y condimentada. Bien presentada y en su punto. El comedor, coqueto y acogedor da fe que el tipo de público que acude, es pudiente. No solo porque nos disponen de menú del día, sino porque los precios, sin discutir que lo valgan o no, son para pensar dos veces la elección.
El servicio, fue justito y con el tiempo fue mejorando. Despistado al principio y gentil al final.
Experiencias como la de hoy, me reafirman que a los restaurantes no solo se va a comer, sino a estar a gusto y sentirte atendido. En el Víctor Montes, primero estuvimos incómodos y no muy bien atendidos, para según trascurría el tiempo, estar más pendiente de nosotros que de montar el comedor.
Es un buen sitio, y no para todos los bolsillos, ya que la cuenta, sin pedir vino y un solo postre no salió por casi 90€
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